Por Daniel Pardo
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Una niña de 12 años giró su cabeza, miró fijo al médico, y lo volvió a interrogar, “¿seguro puedo elegir cualquiera? “Sí, seguro”, repitió. Antes de volver corriendo contenta al aula de la escuela hogar 104 de Clemente Onelli, eligió sus anteojos, aunque no fue un trámite sencillo. Le llevó algunos minutos decidirse por los marcos violetas.

En 2005, un grupo de médicos oftalmólogos, liderados por el doctor Santiago González Virgili, comenzó a realizar viajes a la Línea Sur, a distintos parajes para ejercitar la vocación de servicio y acercar soluciones a serios problemas de visión de grandes y chicos.

“Encontramos de todo”, resumió González Virgili quién reflexionó que médicamente se encuentran con situaciones difíciles de comprender. “Nos encontramos con gente ciega por cataratas o por glaucomas. Gente con miopía muy avanzada y no usaban anteojos”, describió y agregó que son problemas de visión que se pueden solucionar con cirugías que demandan 15 minutos, o anteojos que tienen un costo de 300 pesos.